Después de tantos años viviendo entre las sombras y conviviendo con la oscuridad, me he dado cuenta de que lo más peligroso de la tristeza no es sólo el dolor, la sensación desoladora que te inunda. Sino que, donde reside realmente el peligro es en el instante en el que tras incontable tiempo acompañándote, hay algo en ti que comienza a enamorarse de ella.
Llega un momento en el que pasa de ser una carga a una parte más de ti, hasta crear un vínculo sobre el que se podría hablar incluso utilizando palabras como cariño. Dejas de tenerle miedo, porque ya te resulta familiar. Habitual. Compañía.
Ese es el riesgo de la soledad que va de la mano con la tristeza, cuando sientes que no tienes a nadie hasta el sentimiento más aterrador puede acabar siendo tu compañero más fiel.
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